Investiga a los testigos hasta encontrar la verdad
La Torá es muy explícita en lo que a Leyes se refiere. No obstante, el Pirkei Avot (פרקי אבות) nos ayuda con esto cuando nos exhorta con sabiduría: Investiga a los testigos hasta encontrar la verdad.
En la porción de Mishpatim tenemos las Leyes Divinas para proteger la seguridad y supervivencia de la sociedad humana. En ellas están incluidas la prohibición y todo lo relacionado con el robo y el asesinato. Esta porción contiene 23 mandamientos positivos y 30 mandamientos negativos.
Pero a veces, nos cuesta aceptar y cumplir lo que en Ella, en la Torá hay escrito. Otras veces, parece que es posible evitar el castigo, cuando alguien perpetra el delito de forma astuta conociendo las aparentes grietas que las Leyes de la Torá descuidan.
No obstante, y a pesar de las interpretaciones erróneas de quienes con arrogancia pretenden evitarla, no existe grieta alguna en la Ley de la Torá. Es precisamente aquí donde la Torá Oral interviene, la Torá que HaShem dio a Moshé y que fue transmitiéndose de generación en generación hasta finalmente ser escrita, considerando la posibilidad de que desapareciera a través de las diásporas.
Investigando testigos desde la Kabbalah
Hubo un rabino en un Beit Din en Jerusalem, el rabino Yaakov Mutzafi, un hombre santo, un gran cabalista y un gran Talmid Jajam (sabio estudiante). Era el jefe de la corte en Jerusalem en la segunda mitad del siglo XX.
Llegó a Israel junto a su hermano, quien era también un gran mekubal, Rav. Salman Mutzafi de Irak, y su hijo es el Rav. Ben Tzion Mutzafi. Actualmente es uno de los rabinos sefardíes más importantes de Jerusalem. Una saga familiar muy santa y bendecida por generaciones.

El caso del préstamo sin testigos ni pruebas
En una ocasión, cuando el Rav. Yaakov Mutzafi, de bendita memoria, era juez, vinieron a él dos hombres. Uno afirmó que su amigo le había robado todos los ahorros de su vida, $40.000 dólares.
Ambos trabajaron en una fábrica junto al Mar Muerto durante 30 años. Trabajaron juntos desde muy jóvenes y llegó un momento en que Reuven, uno de ellos, quiso casar a su hija. Entonces, acudió a su amigo Shimon para que le prestara dinero. Así pues, Reuven dijo a Shimon:
— Shimon, ayúdame por favor. Voy a casar a mi hija y necesito dinero. ¿Será que puedes prestármelo y el año que viene, cuando reciba mi pensión, yo te devolveré todo el préstamo?
— Reuven, somos amigos desde casi toda nuestra vida. ¿Cómo no habría de ayudarte en tal caso? Cuenta con ello. —respondió Shimon.
Confiaron el uno en el otro, comieron todos los días juntos, trabajaron todo el día juntos durante treinta años. Ellos estaban juntos más tiempo que con sus propias esposas e hijos. Shimon jamás pensó que Reuven pudiese engañarlo.
Al cabo de un año, Shimon fue a ver a Reuven y le dijo:
— Hola Reuven. Hace dos semanas que recibiste el dinero de tu pensión y no te ofreciste a devolverme el dinero que te presté para la boda de tu hija.
— No entiendo Shimon… ¿de que me estás hablando? —respondió Reuven.
— Pero Reuven, ¿qué te está pasando? ¿Acaso te estás volviéndo senil?
— No me diste ningún dinero Shimon. ¿de qué hablas? —respondió de nuevo Reuven.
— Vamos Reuven, no tengo tiempo para bromas. Son los ahorros de toda mi vida, devuélveme mi dinero por favor.
— Shimon, creo que estás perdiendo la cabeza. ¿Estás seguro de que me lo diste?
Finalmente comenzaron a gritos. Aquello se convirtió en un escándalo por ver quien tenía razón y comenzó un cruce de improperios entre ambos. Y para resolver el asunto, ambos se dirigieron al tribunal.

Investigando a los testigos en el Beit Din
El rabino Yaakov Mutzafi estaba allí y preguntó a Shimon:
— ¿Tienes algún acuerdo escrito, Shimon?
— No Rav, yo confiaba en él al 100%. —contestó Shimon.
— ¿Tienes algún testigo que os haya visto cuando le prestabas el dinero?
— Tampoco Rav.
— ¿Un cheque, un ingreso, algo que lo pueda demostrar, Shimon?
— No Rav. le dí todo el dinero en efectivo.
— ¿Y qué esperas que haga Shimon? No soy un ángel, soy Dayan (juez). Yo no puedo verlo todo. No soy HaShem, no soy Omnipresente. Tienes que darme algo con lo que me pueda guiar, Shimon. Sin documento, sin testigos… cualquiera podría venir a reclamar cualquier cosa.
— Lo siento Rav, no tengo nada que lo demuestre. —se lamentó Shimon.
Pero el Rav Mutzafi no era conocido por rendirse a la primera. Él conoce bien la Torá y en su mente solo había una frase: investigar al testigo de forma profunda y no juzgar a la ligera.
Investigar a los testigos hasta encontrar la verdad
Así que Rav. Mutzafi le dijo a Reuven:
— Escucha Reuven, parece que tu testimonio es correcto, tu situación es buena, no hay nada que podamos usar contra ti. Pero en esta corte vamos de acuerdo con la Kabbalah. Todo lo que necesito de ti es que vengas mañana a las nueve de la mañana, antes de exculparte. Tenemos una especial manera de hacerte jurar, así que no te haremos jurar sobre la Torá.
Reuven estaba reticente mientras escuchaba las argumentaciones del Rav. Mutzafi, que seguía explicándole lo que iban a hacer la próxima mañana, a las nueve:
— Traeremos a una persona que morirá esta noche. Está muy enfermo y ya sabemos que morirá esta misma noche. Llamaremos a Hevrat Kadisha (compañía de entierros judíos) para que traigan su cuerpo mañana por la mañana de camino al funeral, para que pase por aquí antes. Me gustaría que le tomes la mano y que repitas, después de mi, unas palabras que yo iré recitando. Si todo está bien podrás irte tranquilo.
El asombro de Reuven iba en aumento al tiempo que escuchaba lo que Rav. Mutzafi le estaba proponiendo. Aún y todo, aceptó. Aún dubitativo, preguntó al Rav Mutzafi:
— De acuerdo Rav, no me importa, vendré. Pero, ¿qué es todo eso, nunca oí hablar de un sistema tal?
Rav. Mutzafi respondió:
— No te preocupes, es mi sistema, nadie lo hace excepto yo. Es un sistema cabalista. Pero quiero decirte algo. Si vas a mentir, sentirás que la mano del difunto se estrecha cada vez más alrededor de tu mano…
Reuven comenzó a asombrarse por la explicación del Rav. Mutzafi, quien siguió explicando:
— …Si sigues mintiendo, puede llegar a un punto en el que te cause daños y entonces puedes incluso morir. Quiero que consideres esto que te digo por la noche porque si hay algo que quieras decirnos, por favor, este es el momento.
— ¡No rabino, qué locura, yo no he robado ningún dinero! —respondió Reuven.
— Bien Reuven, pues mañana a las nueve estaré esperándote aquí mismo.

La Sabia Solución Rabínica atrapando al Mentiroso
Reuven pensó que tal vez el rabino estaba bromeando con él tratando de asustarlo. Pero a la mañana siguiente ve el coche de pompas fúnebres aparcado en la puerta del Beit Din.
Sacan el cuerpo sobre una camilla de ruedas y lo llevan a la sala. El rabino dice —Haz el favor de venir aquí, Reuven.— al instante quitan las sábanas que cubren al fallecido y el Rav. le dice a Reuven que tome la mano del cuerpo sin vida.
Una vez que Reuven sujeta firmemente la mano del cadáver, el rabino le dice que repita las siguientes palabras después de él:
— En el nombre de HaShem, juro que nunca recibí dinero de Shimon, jamás me prestó dinero para cubrir los gastos de la boda de mi hija, ningún efectivo, cheque o bono, etc…
Reuven, de repente siente cómo la mano del difunto comienza a apretar la suya con fuerza. Mientras tanto, ve a Rav. Mutzafi concentrado, como si estuviese aplicando kavanáh (intención) y leyendo y orando de un Siddur, y ve todo tipo de nombres extraños en la página abierta, todos nombres de ángeles.
El rabino, con el Yad (puntero) en su mano derecha, se detiene por un segundo y se dirige a Reuven diciendo:
— Ten cuidado Reuven, estás jugando con fuego. Es mejor que digas la verdad.
De repente, Reuven siente que la mano del cadáver aprieta, aún más fuerte que antes, la suya. El rabino le dice:
— Reuven, es la última oportunidad ahora. Si no vas a decir la verdad ahora mismo es posible que en los próximos 30 segundos sea demasiado tarde, así que piensa bien lo que vas a responder o caerás muerto.
— ¡No! ¡No! ¡Rabino, basta! ¡Confieso que tomé el dinero de Shimon!
— ¿Cuanto tomaste? —interrogó Rav. Mutzafi.
— ¡40.000 dólares Rav! —respondió aterrado Reuven.
— ¿Cuándo? —Siguió interrogando Rav. Mutzafi.
— ¡Hace un año aproximadamente Rav.! —respondió Reuven, aún más aterrado y con extrema impaciencia.
— ¡¿Y dónde lo tomaste, Reuven?!
— ¡En el vestuario de la fábrica Rav.!
— ¿Seguro Reuven? —preguntó con voz firme el Rav. Mutzafi.
— ¡Cien por cien seguro Rav.! —respondió Reuven.
— De acuerdo. Baruj Atá Adonay… —bendijo Rav. Mutzafi.
Y entonces, sucedió algo que dejó aún más asombrado a Reuven, que estaba tan asustado que su rostro había perdido todo el color. El Rav. le habló al cadáver y le dijo:
— Vamos Itzjak, ya puedes levantarte, todo ha sido revelado. —e Itzjak, que nunca había estado muerto, se levantó. Y Reuven cayó desmayado al suelo.
Finalmente, Shimon apareció, abrazó a su amigo Reuven quien le devolvió su dinero. Ambos se abrazaron y todo quedó solucionado gracias a la sabiduría de Rav. Mutzafi. Porque Rav. Mutzafi, que era un juez inteligente sabía que hay que ceñirse a la Ley, a la Torá, pero investiga a los testigos hasta encontrar la verdad.
Conclusión
En ninguna parte de la Torá dice que tenga que hacer tal cosa como atemorizar al testigo, y basado en la Ley, en la Torá, Rav. Yaakov Mutzafi debería haber dejado ir al culpable. Pero también está escrito en la Torá Oral, en el Pirkei Avot (capítulos o, ética de nuestros padres) que no debes desistir fácilmente, sino que es imperativo investigar a los testigos hasta encontrar la verdad.
Seguramente, dirás que esto no es Kabbalah, que simplemente es una treta astuta por obtener la verdad, pero precisamente, la agudeza mental es proporcionada por el estudio profundo de la Torá, y eso también es Kabbalah.
El Rabino Ben Tzion Mutzafi
En el Bet Hakneset Musaiof de Jerusalem, el rabino Ben Tzión Mutzafi, quien es hijo del gran mekubal Rabbi Salman Mutzafi de Iraq, imparte un shiur fijo. Allí cuenta muchas historias fascinantes como esta.